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En 2019, Juan Carlos, un ejecutivo de marketing en una multinacional, experimentó un cambio drástico en su vida. Su trabajo, que consumía todo su tiempo y definía su identidad, lo llevó a un grave ataque de ansiedad. Este evento lo obligó a reevaluar su adicción al trabajo, que casi le cuesta su relación, familia y amigos.
La adicción al trabajo, aunque no es un trastorno oficialmente reconocido, es una realidad que afecta a muchas personas.
Un estudio de 2012 estimó que el 4,6% de los profesionales eran adictos al trabajo, una cifra que podría haber superado el 11% en 2015. Aunque no hay datos precisos, se estima que la prevalencia actual ronda el 10%. Juan Carlos, que no era consciente de su problema, trabajaba en una empresa que fomentaba una cultura de compromiso extremo, donde se esperaba que los empleados estuvieran disponibles en todo momento, independientemente de su ubicación.
La adicción al trabajo, aunque no es un trastorno oficialmente reconocido, es una realidad que afecta a muchas personas. Se caracteriza por una necesidad excesiva e incontrolable de trabajar, lo que afecta negativamente la salud, la felicidad y las relaciones personales. Los síntomas incluyen la dificultad para desconectar, trabajar demasiadas horas, incapacidad para delegar, malestar al no cumplir las expectativas, sentimiento de culpa al no trabajar, deterioro de las relaciones, perfeccionismo excesivo, irascibilidad, autoestima centrada en el trabajo y problemas de salud.
Esta adicción puede tener diversas causas, como un vacío en otras áreas de la vida que se llena con el trabajo, evitando así enfrentar demandas emocionales o responsabilidades familiares. También puede ser influenciada por la cultura empresarial, donde algunas organizaciones fomentan la dependencia extrema del trabajo. En casos extremos, como el síndrome de Karoshi en Japón, esta adicción puede llevar a la muerte por exceso de trabajo y estrés.
En el caso de Juan Carlos, su adicción lo llevó a dormir muy poco, encadenar viajes con cambios bruscos de horario y aislarse de su familia y amigos. Su estado de ánimo se volvió más irascible y su salud se deterioró. Afortunadamente, buscó ayuda y logró recuperarse, cambiando su relación con el trabajo y priorizando su bienestar.
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